Si eres un escritor o un lector, o en general, un consumidor de la ciencia ficción, dime, ¿en qué piensas cuando te dicen «ciencia»? La misma pregunta podría hacérsele a alguien que se dedique a ella ¿Las respuestas serán las mismas? Tal vez no. Para un espectador de Black Mirror, un lector de Asimov y un biólogo, lo qué es la ciencia puede ser diferente por completo.
Pero entonces ¿qué es la ciencia? Esa es una pregunta complicada para los que saben. Lo más que podemos hacer nosotros es encontrar cuáles características definen a la ciencia y también decir cuáles cosas no son ciencia. Esto último es importante pues en la actualidad muchas personas suelen confundir la ciencia y la tecnología, que sí bien a simple vista parecieran indistinguibles, en realidad cada disciplina tiene su campo de acción bien delimitado.
Creo que esta confusión viene del positivismo. Para quien no sepa qué es eso, el positivismo es una corriente filosófica del siglo XIX que aboga que el único conocimiento válido es el científico. El positivismo influyó en el pensamiento occidental, de ahí surgió la idea de que la ciencia podría resolver todos los problemas del mundo mediante la tecnología que pudiera engendrar, volviendo así a la tecnología sólo una parte de la ciencia. De ahí que para la mayoría del público piense que ciencia y tecnología son lo mismo.
La proto ciencia ficción y la primera ciencia ficción se desarrollaron tomando como base el positivismo (como el caso de las obras de Julio Verne), o una crítica a este (como Un mundo feliz) y tomaron buena parte de la visión que tenía de la ciencia el positivismo, en la que ciencia y tecnología son lo mismo.
Ahora bien, debemos definir cuales son los campos de acción de la ciencia y la tecnología. La ciencia se dedica, en una burda caricatura, a tener ideas que puedan describir el universo. Por otro lado la tecnología utiliza estas ideas para desarrollar a su vez ideas que puedan resolver los problemas que la humanidad tiene.
Hay que decir que las ideas que la ciencia le aporta no son suficientes para desarrollar la tecnología, también se requiere de ingenio para volver una idea científica en una idea tecnológica, de ahí que llamemos ingenieros a esas personas que desarrollan, en principio, esta tecnología.
Pongamos un ejemplo de esto. Los creadores de la mecánica cuántica hicieron ciencia, pues sus ideas nos permiten describir el mundo del átomo y del electrón, mientras que los creadores de la electrónica hicieron tecnología, pues sus ideas nos permiten resolver problemas muy concretos. A pesar del profundo conocimiento que los creadores de la cuántica tenían sobre el átomo, no hicieron ningún intento por llevar ese conocimiento a una innovación tecnológica, pues ese nunca fue su fin.
¿La ciencia ficción hace alguna diferencia entre ciencia y tecnología? En muchas ocasiones no. Buena parte de sus obras mezclan ambas disciplinas.
Es fácil encontrar en estas obras al personaje que desarrolla tecnología y lo hace pasar por un científico porque para el autor esto es hacer ciencia. Un claro ejemplo de esto es el profesor Farnsworth de la serie Futurama. El profesor Farnsworth no hace ciencia, hace tecnología. Aún así se define así mismo como científico, pero tecnólogo sería un término más adecuado para él. La serie lo vende como una parodia de un científico, aunque no creo que ningún científico real pueda verse reflejado en el profesor.
Otro ejemplo son las múltiples obras que involucran viajes en el tiempo, viajes espaciales o entre dimensiones. En éstas quien desarrolla una manera de hacer viajes de cada clase es el científico, aunque de manera estricta debería ser un ingeniero (o tecnólogo).
En algunas ocasiones sí se puede ver un poco de la ciencia, cuando se describen las ideas que sustentan la forma del viaje (como los propulsores cuánticos en Cánticos de la lejana Tierra de Arthur C. Clarke) y eso ya sería trabajo de un científico pero al desarrollar una máquina del tiempo, por ejemplo, ya no haría ciencia, sino tecnología.
En general, toda obra cuya trama gire alrededor de algún invento habla más de tecnología que de ciencia. Visto de este modo casi no hay ciencia en la ciencia ficción, pues la mayoría de ella trata de más de tecnología que de ciencia; sin embargo, hay obras en donde la ciencia tiene una gran importancia y esos son los casos en los que, más que sobre una innovación tecnológica, la obra trata sobre algún cambio en el mundo y cómo los protagonistas se adaptan a él, cambiando su manera de ver el mundo. Ejemplos de esto es La radio de Darwin de Greg Bear y Más que humano de Theodore Sturgeon.
En estas dos obras los protagonistas deben hacer frente a la evolución humana. No hay ninguna máquina que cambie al ser humano, es el mismo quien cambia por sí solo. Estos cambios provocan una alteración en la forma de pensar de los protagonistas, quienes tienen que cambiar su forma de verse a sí mismos. Y una forma de hacer esto es mediante la ciencia, la cual les da herramientas para poder describir lo que son ahora.
Los protagonistas de estos dos libros son más cercanos a los científicos reales. Ambos persiguen el fin de describir el mundo, no con el afán de desarrollar alguna clase de tecnología, sino sólo con el fin de saber.
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